Cámaras analógicas exteriores 

La característica más importante que debe tener una cámara de exterior es que sea resistente a la intemperie, es decir, al viento, a las temperaturas extremas, a la lluvia y a la nieve.

Estas cámaras se han diseñado especialmente para vigilar las áreas exteriores, por lo que están preparadas para soportar las inclemencias del tiempo, para soportar las embestidas de los vándalos, detectar el movimiento y ver en condiciones de oscuridad total gracias a sus luces infrarrojas. También hay modelos que cuentan con visión térmica, detectando el calor de cualquier ser vivo que pase por nuestras instalaciones. Además, podrás programar alarmas para que te avisen en caso de detectar cualquier movimiento sospechoso.

Normalmente, el chasis de estas cámaras exteriores es metálico para dotar a la cámara de una mayor resistencia a los cambios meteorológicos y, por otra parte, para proteger la electrónica y la lente de la cámara frente a posibles golpes o ataques vandálicos. Muchas veces estas carcasas cumplen su función por el simple efecto disuasorio que tienen, sin necesidad de poner a prueba su resistencia.

Es habitual que las carcasas de las cámaras analógicas exteriores tengan un diseño de visera. Esta visera también tiene doble función. Por un lado, protege el objetivo para que no se vea anegado por el agua de lluvia y que la imagen siempre sea nítida; y por otro, sirve para controlar la cantidad de luz que capta la cámara y que no afecte a la calidad de la imagen. No obstante, en climas muy fríos, estas viseras no pueden evitar la formación de carámbanos de hielo.

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